miércoles, 16 de junio de 2010

LAS ARENAS


El Anden Verde es en sì mismo un lugar ùnico que nos permite disfrutar de los maravillosos paisajes de nuestra costa noroeste, pero ademàs es la puerta de entrada a pequeños paraìsos casi vìrgenes como es el de la caminata que realizamos el pasado sàbado. Casi de frente a la pista de subida a Tirma, sale un prolijo sendero empedrado que desciende junto al acantilado. Desde el mismo comienzo del descenso, el paisaje que podemos contemplar es espectacular, los barrancos pròximos al risco de Agaete,Faneque,la cola del dragòn, un mar azul precioso desde las alturas y la brisa marina, inundan los sentidos. Se tiene la impresiòn de estar entrando en un mundo vìrgen y desconocido, la naturaleza en estado puro, aunque luego al llegar a la orilla del mar, tengamos que hacer un comentario sobre esto.
El sendero termina en un repecho entre la montaña que tenemos delante y el propio talud del anden, donde se encuentra la llamada casa de Job, una construcciòn de piedra en buen estado, a excepciòn del techo.Aquì acaba el empedrado y comienza otro tramo de anden bien marcado y pegado al acantilado, para luego descender en zigzag por la ladera, pasamos el barranquillo  que a nuestra izquierda limita el arenal y junto a los restos de una edificaciòn de piedra nos interenamos en el arenal. El sendero avanza apenas insinuado pero visible, cortando hacia la orilla y a nuestra derecha, para alcanzar el barranco que limita el arenal por la derecha.Este es en realidad un profundo tajo en el arenal provocado por las sucesivas lluvias, la arena compactada por el salitre,toma las mas caprichosas formas debido a la acciòn del viento, ya habìa visto este fenòmeno àntes en Tufia aunque en menor escala.El arenal atrapado entre los acantilados y el mar, està levantado unos quince metros sobre el nivel de la orilla, que es agreste y pedregosa, hacia la aldea en la desembocadura del barranquillo, cuenta con una bien formada playa de cayaos y en el barranco de arena del otro lado se forma una playita cuando baja la marea. Junto a la playa de cayaos en el barranquillo existe una fuente de agua, turbia y salobre que no creo que sea potable, por las dudas evitamos de probarla. En una pròxima visita recordarè llevar un kit para comprobarlo.
Como dije al principio, al llegar a la orilla deberìa hacer un comentario sobre lo que nos hemos encontrado.Este es un espacio de incalculable valor, no solo por su belleza sino tambièn porque su situaciòn de alejamiento le permite no ser deteriorado por la acciòn del hombre, pero esto no se cumple. Cuando llegas a la orilla te encuentras con un par de chabolas, una tienda retrete, cajas llenas de arretrancos diversos
y dos o tres tìos viviendo a lo Robinson en la playa de forma permanente, dedicados a la recolecciòn de lapas, que aquì mismo y en condiciones sanitarias inexistentes, envasan en botes de cristal que lavan  en un fuentòn de plàstico y luego van a venderlas en los bares,supongo que en la aldea. Creo que cada uno puede vivir como quiera y ganarse la vida como pueda,pero sin atentar contra los espacios naturales ni contra la salud pùblica. Obviamente la culpa no es de estas personas, sino de las autoridades incompetentes que lo permiten. Es increible que los senderistas que por lo general somos respetuosos con el entorno, a veces se intenta impedirnos el acceso a algunos espacios protegidos y que luego un lugar como èste no tenga la màs mìnima protecciòn, ante una degradaciòn evidente.
Regresamos remontando la màrgen derecha del barranquillo hasta conectar nuevamente el sufrido sendero en zigzag que nos llevarìa de nuevo al anden. Seguramente volveremos pronto, a pesar de los pequeños cabreos y desepciones que les he contado vale la pena, es un lugar increible.